jueves, 17 de marzo de 2011

(Elén, como les prometí)

1 mes más tarde.


Las cosas no cambiarón mucho, sigue todo en su lugar, igual de desordenado, igual de ordenado. Igual.
Quizás me da un poco de impresión la forma en la que veo la casa, como quedó después de todos los acontecimientos que enfrento. O tal vez yo los enfrente, & la casa & su desorden o el orden personal que le otorgue, son el vivo reflejo de mi estado. El que oscila entre la locura & la perdida de conciencia continua.
Porta retratos rotos, fotos viejas desparramadas por la casa, & habitaciones tapiadas, para impedir que el recuerdo abrume mi mente, & me lleve a perderme en la inconciencia.
Durante este mes entero, deambule por la casa & por lo que fue mi vida como estando perdida dentro de un laberinto sin salida. Miré la nada.
Escapar, de lo que fue & era mi vida, durante algunos días, fue la “salida” a todo esto, pero ahora, ahora que todo se redujo a nada. Porque ya no tenia a mi hermana, ni a mi sobrino, & para sumarle a las cosas me habían echado del trabajo ( por una estúpida discusión con una clienta, que no entendía que no le iba a descontar algo de la prenda que se estaba llevando, porque según ella, tenia agujero inexistente. Puf!, por no darle la razón al cliente).
Por otra parte, Joaquín, estaba enfrentándose a lo peor. Todos los días venia a casa, tocaba el timbre, pero no siempre le abria la puerta. Esperaba un buen rato, & cuando ya la media hora pasaba, de estar sentado en el cordon de la calle, esperando que yo me digne a salir o abrir la puerta, se marchaba. Horas más tarde el teléfono de la casa sonaba varias veces, igual que el celular. A ninguno contestaba, & me iba a esconderme en las profundidades de las sombras de esa casa, que parecía absorberme cada vez más en el mismo agujero que esta era.
Unos días más tarde, o no, porque la cuenta del tiempo, la había perdido. Joaquín una vez más toco el timbre & cuando me negué a abrirle grito a todo pulmón que si no abria tiraba la puerta abajo. Me asusto más el tono en el que lo dijo, que la amenaza en si.
Abri la puerta lo más rápido que pude, porque una extraña sensación de nervios corria por mi cuerpo haciendo que mis manos temblaran & resultaba imposible poder meter la llave en la cerradura & así abrir la puerta.
Al ver mi cara de pánico, emitió una vaga carcajada. Yo se, que aunque nunca lo admitió, lo molestaba muchísimo mi actitud, pero por más de que lo intentara, contra ella no podía luchar.
Entró, hablos dos o tres cosas & me dijo a que venia. Estalle en un enojo tan grande, que tras gritarle una sarta de malas palabras, lo eché de mi casa. ¿Cómo se atrevía?.
Yo no me iba a ir de acá, si bien en un principio lo pensé, ya no quería hacerlo. Este era mi hogar & le gustara o no, iba a quedarme acá estancada, hasta que mis huesos se pudran, sean polvo & de mi ya nada quede.
No podía irme, porque yo aún alojaba la esperanza de pasear por sus pasillos & la risa de mi hermana, me devuelva el alma al cuerpo, o discutir con ella un rato, por cosas que al final, nunca importaron. Me moria de ganas, por quedarme acá & tirar abajo, ese muro, que nos dividia, & lograba, que yo la tuviera tan lejos, tanto, que no la podía alcanzar.

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