martes, 25 de octubre de 2011


I
A vos, que no sos ni fuiste ni nunca seras, lo que jamás soñaste:
                                                                                                A veces me pongo en tu lugar. Sí en el tuyo. Que dificil ha de ser vivir queiendo entera a una  persona dividida, que con  el corazón quiere a alguien y con el alma, ama a otra. Con lo que le queda de alma mejor dicho, porque hace tiempo que se la robaron, se la arrancaron.  Sí se la arrancaron. Contra su voluntad. Un amor tan fuerte como un huracán se lo robó sin piedad alguna, y lo acobijo, lo  cuido, y le dio lo que jamás le habían dado. Lo trató como si fuera parte suya, entonces decidio nunca volver.
Sí, a veces pienso en vos un poco. Sólo un poco. Lo suficiente para sonreir un rato, para que dentro de mi mente, no te sientas ignorando. Y pienso. Pienso como fue que justo vos fuiste a dar conmigo. Como fue que los caminos se cruzaron de esa forma.
Ahí es cuando vuelve a mi mente una tormenta de recuedos, frios recuerdos, como el día que nos conocimos. Así de frios. Casí helados. Me acuerdo que tenía frio en la nariz, aunque no es un gran detalle, poque siempre tengo frío en la nariz. Estabamos los dos ahí parados, espeando que llegara el colectivo. Yo tenía que volver a casa, vos.. no se.
La media hora que esperamos los dos ahí, se hizo un silencio entre los dos. Creo que el tiempo y el lugar nos encontró a ambos, pero vos no me querias encontrar. Ni te mosquiaste cuando te pregunte algo tan simple como la hora. Entonces, nos quedamos ahí. Inmerso cada uno en si mismo.
Al rato vino el 160 y nos subimos los dos, habia solo dos asientos vacios. Dudaste antes de sentarte al lado mio, al final, lo hiciste.
Los diez minutos de viaje, hablamos como dos extraños que se conocen de viajar todos los días juntos, y al llegar a la parada que estaba enfrente del nacional, los dos nos bajamos.
Creo que no fue coincidencia, creo que alguien nos puso ahi por la misma razón, incluso, caminaste dos o tres cuadras más conmigo.
Recién al llegar a la esquina donde nos dividimos revelaste tu identidad. Me contaste que te llamabas Martín, que vivias ahí a unas cuadras, y que habías egresado el año anterior del colegio 'ese que esta acá a unas dos cuadras'. No estabas orgulloso de haber ido ahí, por eso, jamás dijsite su nombre. Nos dividimos, y yo, me fui por mi lado, vos por el tuyo.
Siempre hicimos lo mismo, cada uno por su lado. Porque eras muy frio, o muy oruglloso, o porque ambos eramos un poco así.
A veces me pregunto porque ellegamos al punto que llegamos. A odiarnos y fingir querernos. A estar presos de una rutina que vos odiabas y yo amaba. Porque, a mi me gusta la rutina. Siempre y cuando la arme yo, y vos la odias. La odias de la misma forma que odias esas cosas mias, esas cosas que me vuelven 'tan yo misma' que las odias con tu alma, porque te hacen quererme, quererme más de lo que alguna vez pudiste admitir.
Violeta.
Al ladrón de mi:
                          A mi siempre me gusto tu nombre. Por sobre muchas cosas de vos, siempre me gusto. Me sonaba, como.. musical. Sí,  así. Pero, creo que no desde el primer día, sino un tiempo después, después de haberme vuelto loca. Loca, por tu culpa. Por haberme sumergido en el mar de ilusiones en el que me hundiste.
Me volví loca, tan loca, que te regale algo, que jamás podrias devolver. Te regale mi alma.
Lo regale sin esperar nada a cambio. Pero, aún así si lo recibí. Recibi el tuyo. Porque e
so somos, eso fuimos, y eso mismo seriamos siempre hasta el ultimo día de nuestra existencia, dos amantes a los que les habían robado el tiempo de ser.Eramos nada y todo a la vez, cumpliendo un pacto que en silecio hicimos para nunca jamás olvidar lo que no pudimos ser. Lo que no nos dejaron ser.
Y ahora entre risas, y un te quiero, te veo y me sonrió. Nos veo, y lloro,y me rompo en mil pedazos como tantas veces quisieron romperme, para no poder tenerte, para que las ilusiones se desvanezcan y ese sueño hermoso, que anele, desaparesca como si nunca jamás hubiera pisado mi mente, mi ilusión y mi corazón.Te deje ir. Te dejé que te marcharas y no miraras atrás, porque, es verdad, yo no podía ni puedo, hacerte feliz a la medida que vos mereces. Todavía me acuerdo del día que te deje marchar, como llore. Lloramos. Las lagrimas corrian por el rostro de ambos, y, es el día de hoy, que aún se me inundan los ojos recordardando la escena. Me miraste y me pediste por favor, pero te dije, no, por favor a vos, anda, y se feliz, por que yo ya no puedo hacer eso, sabiendo en el fondo que nunca habia logrado hacerte profundamente feliz. Bajaste la cabeza, y simplemente, me fui.
Me fui más lejos de lo que alguna vez me había ido. Deje mi alma hecha pedazos, al menos lo poco que restaba de ella en mi, en el camino, y la parte que conservabas vos, te la quedaste porque no quiso volver.
Quiso quedarse ahí donde fue y es feliz.
Esque como vos nunca nadie me hizo tan feliz. Nadie me hizo reir con tantas ganas como vos me hiciste reir.
Ni me hizo sentir tan viva como vos me hiciste sentir... Sí, a pesar de lo dañina que alguna  vez me parecio nuestra 'relación', si volviera el tiempo atrás y tuviera que elegir entre conocerte o no, lo volvería a hacer, porque, feliz de la forma en la queme hiciste vos, Matias, nadie lo hizo.

Violeta
II(2)
Martín:
           A vos te escribo porque te quiero, pero, no, no te amo, y se que jamás lo hare.
Se que me odiaste, tantas veces, que no te alcanza la memoria para recordar cuantas.