El muro

Elen, incluso después de que me fui, no fue normal. Un día completamente atacada & fuera de sí, en el cual Joaquín estaba con ella, me vio, si me vio merodear por la casa. Entonces, enloqueció, le dijo de todo a él, que no tenía la culpa, & le reboleo un plato. Paso horas llorando. Rompió barias cosas de la casa, & cuando termino de descargar su furia contra cosas materiales, se sentó en la alacena como si nada, prendió un cigarrillo, hizo un café & se quedo un par de horas ahí sin decir nada. Más tarde fue para el jardín, que a pesar de ser pequeño, & tener pinta de siniestro, a ella le gustaba más que cualquier otro lugar en la casa. Decía que le gustaba porque le encantaba el aire puro. A mí me pareció siempre una ironía más que otra cosa, salir a fumar al patio “porque hay aire puro”, pero, ella se respira el contaminado. No tiene sentido

A veces, tengo la sensación de que ella me ve, incluso, me escucha. Más que nada cuando estamos juntas en el patio. Ojala antes de haberme arrancado la posibilidad, hubiera estado con ella acá. Haciendo nada, simplemente, sentadas mirando la misma nada, cuestionando razones sin razón, con marco, en medio de ambas, viéndolo juntas crecer.
También creo que lo ve a él. Porque le clava la mirada, & simplemente sonríe, & luego levanta la vista hacía mi & me mira también. A veces habla, otras le hablo yo. Pero ninguna le contesta a la otra.
Quizás es el miedo, el miedo a darnos cuenta, que la otra no es real, & ya no estamos en el mismo plano, el miedo, a darme cuenta, que deje atrás demasiadas cosas, & sin siquiera plantarme a pensar. Es el miedo, a no poder nunca más volver acá a mirar a mi hermana a los ojos, en la soledad, a verla simplemente a ella, quien es, sin ocultar nada, sin fingir la fortaleza que no tiene, ni la simpatía que casi siempre camuflo. Verla, solo, lo que ella nunca quiso mostrar. Simplemente, Elén.