lunes, 23 de agosto de 2010

La historia de valen.

Saben, tengo muchos amigos, pero hay una .. una que escribe especialmente bien. Debo admitir, que en algun punto he llegado a sentir envidia ( pero de la sana ;) )  por lo bien que escribe. Me encata la forma en la que se expresa, como lo hace.
Así que aca les dejo una historia de ella que escribio para mi, me tiene como protagonista, pero él, es ficticio. (Sí!, van a saber mi nombre!) .
Después subo mi propia vercion de la msima historia.
Aquí les dejo, un escrito de la mejor escritora que yo conozco.
Valentina Sanchez Acosta:

El Casamiento
Olvidate de todo lo que conocés. Porque esta historia no corresponde a ningún lugar que hayas conocido antes.

Es en un universo paralelo, en un tiempo distinto. Un mundo de paisajes amplios y limpios, de brisas sombrías, de árboles negros con garras que rasgan la impureza de un infinito cielo gris.
En este ambiente, apoyada contra uno de estos esqueléticos árboles, se encontraba Julieta. Una joven de trece años, revestida en un vestido blanco de corsé y pollera espantosamente sucios. (Y bueno, ¿Qué esperarías si la cola de tu vestido fuese tan larga que abarcara todo el pueblo de Hambitton e incluso medio Groundville?)
No vamos a entrar en detalles sobre su personalidad ni gustos. Imagínense, entonces, a una muchachita observando una mariposa, hipnotizada por el impresionante azul de las alas, que le revoloteaba alrededor de las manos.
Visualicen también la figura de un tal Joaquín, que desde lejos vio como Julieta, sin razón aparente, se precipitaba al suelo. Cómo se retorcía de dolor. Como lloraba en silencio. Cómo la mariposa se deformaba, crecía, y tomaba la forma de una mujer de piel azul y pelo azabache casi tan largo como el vestido de Julieta.
Joaquín, horrorizado, reconoció a la mujer. Emprendió enseguida carrera en dirección a su amada Julieta.
La distancia era muy amplia… los pasos sobre el pasto seco y sin vida eran cada vez mas desesperados.
Y pareciera que la mujer azul, flotando tan despacio hacia la joven, se burlaba de él.
Pero por fin estuvo relativamente cerca.
- ¡ESPERÁ, NO LA TOQUES!. – Gritó el chico.
La muerte, lentamente, giró el rostro. Eran rasgos deformados pero increíblemente bellos.
- Ella va a morir. – Le aclaró el espíritu. - Una cascabel… se aparecen de vez en cuando.
- No… ¡Julieta! – Joaquín se tiró sobre el cuerpo convulsionante de su amada, y lloró en medio de su desquicio.
La muchacha no contestó, solo gemía de dolor.
- Ayay que molestos que son todos. – Bufó la muerte – ¿te corrés?
- Julieta… no… ¡Ju, dios mío! – Tomo el rostro pálido de la chica entre sus manos - ¿Me ecuchás?
La escena duró un par de minutos. Parecía que la muerte esperaba algo. El chico, imaginando que perdía al amor de su vida, quien apenas comenzaba a vivir; iba perdiendo parte de su cordura con cada segundo que pasaba.
Entonces la muerte se cansó y, arrancando el cuerpo de la niña de los brazos de su novio, se lo colgó al hombro y emprendió marcha.
- Hija de puta… - susurró Joaquín entre palabras ahogadas - ¡HIJA DE PUTA!
La mujer azul bajó la mirada. Era casi dos metros más alta que el chico.
- ¿Y ahora qué?
Joaquín se aferró a su pierna.
- Ahora me la devolvés.
- No me jodas, es mía. Así es el trato. – Y empezó a tragarse brutalmente la tela del vestido de Julieta, abriendo los ojos como un asqueroso insecto extasiado.
Ya había babeado-tragado la tela que cubría el medio Groundville, cuando el chico ordenó:
- No me hagas repetirlo… dejala. – Las lágrimas le hacían picar la cara.
- No. Lo lamento, pulguita, eh digo, chico, pero así está pactado. Vine a buscar a esta joven como esta escrito, porque acá va a morir alguien y yo tengo que llevarme esa vida. – Y siguió chupando parte de la tela de Hambitton.
Hubo un silencio durante el cual el chico meditó.
Entonces, intensificó el llanto.
- Si es así como tiene que ser… ¡ENTONCES LLEVAME A MI!
La muerte se frenó, atónita. Casi se atraganta.
- ¿Qué?
- Lo que escuchaste. Llevame a mí en vez de a ella.


Así fue como la muerte presenció una boda fatal.
Durante los últimos suspiros de Julieta, Joaquín le pidió que se casase con él. Y ella, no sin dolor, asintió con la cabeza.
Qué pena que solo la muerte pudo presenciar su unión.
Y cuando él beso dulcemente a su reciente esposa, la delirante chica pudo sentir el sabor de la sangre de su amado escurrirse entre su boca.
- Te voy a matar a vos. – Le explicó la muerte al chico. – Y dejo a la otra.
- Gracias... – Dijo Joaquín – En serio… gracias.


Pero esa tarde pasó algo extraño.
Cuando la muerte terminó de comerse a Joaquín, se dio cuenta de que Julieta también estaba muerta.
- Claro… - habló en voz alta – como no ha de morir, si yo los uní.
Y besó en los labios al cuerpo inerte de la joven, cumpliendo con su promesa.



"Lo que tiene de morbosa, lo tiene de hermosa esta historia."
Gracias Valen!

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